lunes, 10 de enero de 2011

el dueño de mis sábanas

Inauguro etiqueta para hablar de los hombres de mi vida. Y empiezo por este, porque el otro día hablé de él como mi hombre-polvo y no parece haberle gustado mucho. Así que claro, para un conocido de la vida real que me lee, tengo que cuidarle un poco. De todos modos llevaba mucho tiempo queriendo hablar de él. Ha sido alguien lo bastante importante como para dedicarle un post. A ver si así le crezco un poco más el ego. Aún.

Le conocí en un bar, uno de tantos. Y él parecía ser uno de tantos también. Muy guapo, muy sexy, con una mirada muy azul y un fondo que parecía ser más profundo de lo que él mismo quería aparentar. Poco a poco nos hicimos algo parecido a amigos. Charlábamos, coincidíamos, nos contábamos cosas y tratábamos de disimular que había una atracción latente entre nosotros.
Hubo una noche, de fiesta multitudinaria en su casa, en la que de pronto me miró a los ojos y supe que pasaría. Que un día se adueñaría de mis sábanas. Y cuando llegué a casa de madrugada recibí un mensaje en el móvil, me decía que era muy bonita y que todas sus frases a medias tendrían su final en su momento. Yo me quedé sin aire durante unos días, mientras él estaba en su mediterráneo y me mandaba mensajes por la noche diciéndome que con los pies metidos en el agua y oyendo el sonido de las olas estaba seguro de que everythings gonna be allright. Y yo suspiraba y me metía en la cama soñando que algún día él estaría ahí, en la otra mitad de mi colchón. Como a veces me pasa aún.
Pasaron días, semanas, no sé el tiempo que fue sin él. Y volvió de su pueblo y de su mar, moreno y rubio, oliendo aún a sal. Nunca olvidaré aquella tarde soleada en la que alquilamos Four Rooms y nos reímos y comimos patatas fritas en una casucha que su hermano tenía alquilada en pleno centro de Madrid. No olvidaré la cama bajo la ventana, inundada de luna llena y que llenamos de besos prohibidos. Aquella forma de quitarme la ropa, su brazo bajo mi espalda pegando su pecho al mío. Ese respirar en mi cuello y ese sabor tan dulce de su piel que yo devoraba con deseo. Nunca había sentido “eso”. Nunca había tenido ese ardor en los labios, esa sed insaciable, ese deseo de enredar mis piernas a su cuerpo desnudo.
Estaba mal, estaba prohibido y eso hizo que aún supieran mejor sus besos.
No sé qué pasó después. Siempre fue un ir y venir, nunca sabía cuando sería la próxima vez, o la última. Pero hubo más. Siempre volvía. Siempre había un hueco que entregarle al pecado.
Recuerdo otra noche, de verano también, que estaba sola en casa de mis padres. Era muy tarde y empezamos a mandarnos mensajes. No sé qué le dije, o qué me contestó, pero recuerdo un mensaje en el que me decía que vendría a verme en ese mismo momento y me preguntaba si no me podría convencer. Quizás no sabía que siempre estuve convencida. Así que vino. Y al poco rato estaba sentado en la encimera de mi cocina sonriendo con los ojos entrecerrados. Derrochamos caricias hasta que amaneció y tuve que salir a la calle a hacer algo que no recuerdo, pero debía ser importante, porque si no, no le hubiera dejado solo y sin atar a la cama ni nada. Cuando volví, estaba desnudo, tumbado en el sofá. Me sonrió y me echó los brazos como un niño. Me lo hubiera comido a besos allí mismo. Le hubiera podido querer si me hubiera dejado a mí misma. En ese momento, tras esa sonrisa, tras esa noche, tras estar tan desnudos el uno para el otro, supe que es vínculo no se rompería nunca. Aunque nunca nos amásemos. Aunque alguna de esas veces fuese la última. Aunque sólo fuese el dueño de mis sábanas y no de mi corazón.
No puedo evitar contar otra vez, en otra fiesta en casa de alguien, que me encerró en un baño y me hubiera gustado no salir en un mes. Llevaba una camisa negra que le quedaba increíble y unos vaqueros desgastados. Entré a lavarme las manos y entró detrás de mí y cerró la puerta. Se apoyó contra ella y me puso esos ojos que me traspasaban las entrañas. No sé qué me dijo, ni qué le dije yo. Sé que me besó y que me apoyé contra el lavabo para no dejarme caer. Sé que le metí las manos por la camisa y me ardían las yemas de los dedos. Sé que tuvimos que salir y yo debía parecer sacada de un chiste, despeinada, acalorada, atropellándome las palabras y buscando excusas a lo evidente. Desde entonces mil veces sueño que entra en mi ducha y me quedo pegada contra la mampara. Mil veces deseo que al levantar la cabeza con el pelo mojado le veré en el espejo, con esa media sonrisa pícara y vendrá a sujetarme por la cintura mientras me susurra al oído.
Tengo que decir que hace mucho que no entra en mi cama. Los años del desequilibradomental me han hecho perder muchas cosas. Y con este chico no me dejaba ni hablar. Tenía pánico de que esa atracción irresistible fuera más fuerte que nuestro pacto de fidelidad. Y me prohibió el contacto con él. Nunca lo obedecí del todo, pero es cierto que no quedamos ni nada.
Ahora es cierto, por primera vez en nuestra historia, que somos, o al menos intentamos ser, amigos. Que no hay sábanas en nuestra relación. La atracción sigue ahí. Hace poco vi unas fotos suyas sin camiseta y me ha quitado el sueño varias noches. Y sé que yo también le gusto. Sé que la fantasía nunca abandona nuestra mente calenturienta. Y sé que aunque no volvamos a estar juntos, siempre recordaré sus besos, el roce de sus labios en mi cuerpo, el sabor de su piel, el calor de su aliento en mi cuello, su mirada imantada, el destello de luz entre nuestros cuerpos. Pero él tiene novia en este momento y a pesar de lo que le gustan las mujeres, es fiel cuando tiene que serlo. Y yo no estoy en condiciones de que nadie me roce el corazón, que lo tengo en carne viva. Necesito alguien que me pegue un buen meneo, pero sin que pueda pegarle un pellizco a mi maltrecha alma. Y entre este chico y yo hay demasiada química, demasiada complicidad, demasiado “eso” que es sólo nuestro. No le quiero, ni le he querido, pero tampoco me apetece arriesgarme.
 En fin, mi niño, mi rubio guapísimo con un aire a Beckham... Nunca, nunca me olvidaré de ti, de tu forma de moverte, de tu sabor, de tu olor, de ti. Nunca me olvidaré de esas miradas furtivas en medio de la multitud que me recordaban que eras tú y no sólo el caparazón sarcástico e incluso cruel tras el que te ocultas. Nunca me olvidaré de esas sonrisas que me dedicabas. Nunca me olvidaré de esas veces, que en mitad de una fiesta cambiabas la música para ponerme a Extremoduro y llamarme golfa, arrancándome de cuajo todas las telarañas del corazón. Nunca renunciaré a soñar contigo. Nunca. Porque si hay un amor emocional, un amor intelectual y un amor sexual, está claro quién eres tú. Y no renunciaré a tu recuerdo por más tiempo que pase, por otras parejas que tengamos, por más kilómetros o mares y océanos que nos separen. Nunca te olvidaré del todo. Nunca dejarás de ser el dueño de mis sábanas.

11 comentarios:

  1. Solo puedo decir una cosa: GUUUAAAAUUUUU!!!!

    (Bueno, otra: te has dado cuenta de que cada vez escribes mejor, verdad?)

    Mil besos, preciosa.

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  2. Creo que puede considerarse afortunado de que alguien tan especial como tú le dedique unas palabras tan bonitas y sinceras. Es precioso todo lo que has dicho.

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  3. Bueno, cómo tendría que ser el desequilibrado que el cambio en ti es tan sustancial...

    Me alegro mucho, a pesar de que te duela el corazón. Creo que estás mejor, y la herida tiene muy buen pronóstico :)

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  4. Impresionante. Me dejas sin palabras. Es estupendo.

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  5. Que bonito para ser verdad,me gusta incluso el final,es precioso vivír una historia así.Un saludo LUZ,

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  6. bueno.. de ests historias tb pasan ( yo he tenido una similar) y si lo habeis dejado como amigos mejor q mejor...
    tu lo recuerdas como aquel amor de tuvida

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  7. CMQ: muchísimas gracias, preciosa, me alegro que te haya impactado un poco. sabes que nuestras historias siempre tienen puntos comunes, pensé que te gustaría. Y muchas gracias, pero creo que no soy yo, que es este niño que me inspira, siempre le he escrito cosas muy bonitas. No sé si las merece, pero me sale así.
    ABISAL: pues creo que al menos le gustó bastante. Me perdonó haberle llamado hombre-polvo y me dijo que quedaríamos un día a tomar algo. Así que parece que le ha calado un poco…
    BIONICA: el desequilibrado era eso, un zumbado. Podía ser muy majo o un hijoputa redomado. Lo malo es que hace tiempo que nos iba mal y nos hicimos profundamente infelices mutuamente. Pero no es sui culpa, fue problema de los dos aunque yo ahora sienta haberme quitado un peso de encima muy grande con su marcha. Y si, aún tengo el corazón un poco en carne viva, pero cicatrizo rápido y no hay infección alguna.
    GOYO: muchas gracias, a veces las palabras nos dejan sin idem, eh? Jaja.
    LUZ: gracias, la historia es verdad de principio a fin, de hecho ayer hablando con él recordamos más detalles y todo. Lo que pasa es que esto no es un final. Puede que sea sólo un hasta luego porque nunca se sabe lo que depara el mañana.
    DIARIODE: hombre, como amor de mi vida no le recordaré nunca porque no he estado enamorada de él. Pero que tiene una parcelita en mi corazón es obvio. Estas historias se recuerdan y son maravillosas. Y cuando sea vieja se las contaré a mis compañeras de residencia para dar envidia, jejeje.

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  8. Es verdad que cada día escribes mejor. Y también que cada día te sientes mejor. Es como si hubieras tenido un peso colgado al cuello que te estaba hundiendo y ahora estuvieses llegando a la superfície.

    Respecto al tío al que describes, no me logro imaginar esta historia sexual. Me parece estupendo, no creas que lo veo mal o algo así, simplemente que desde mi papel de mujercasadaconelhombredesuvida (al que conocí cuando eramos niños) me resulta difícil ponerme en situación. Tiene que ser interesante la situación, y lo que me parece mejor es que haya una amistad después de todo.
    Un abrazo y a ver si nos deleitas con unas fotos de la nueva decoración.

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  9. Te entiendo..............yo también tuve una historia parecida....enhorabuena, el relato es genial
    Besotes

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  10. Impactarme? Gustarme? Me ha encantado!!! Sí, tú y yo sabemos lo que son cosas como estas y lo que tienen detrás. Y la suerte que tenemos de haber tenido personas así en nuestras vidas.
    De todas formas, y aunque este chico te inspire tanto, cuando no hablas de él también escribes mejor. Debe ser la liberación, o el saber que no te lee quien te lastraba antes. O simplemente, que eres más feliz y se nota.
    Miles de besos, preciosa.

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  11. Simplemente relato delicioso .Power

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Estás aquí, has leído... así que comenta hombre ya!!