jueves, 28 de diciembre de 2017

Repaso del 2017 y... ¡Feliz Año Nuevo 2018!

Hoy hace un año que apareció Maya en mi vida, pequeñita y negra, con un maullido alegre a todas horas y con muchas ganas de querernos a todos. Nos frotaba su diminuta cabecita y desde la primera vez que la cogí en brazos, se hacía una rosquita muy pequeña en mi regazo y ronroneaba fuerte. Tuve mucha suerte de que una gata negra se cruzara en mi camino y doy gracias por tenerla cada día. Aún me pregunto cómo siendo tan negra ha podido llenar mi vida con tanta luz.
El 2017 ha sido un año... intenso. Me recuerda mucho al 97, aquél que parece que pasó hace poco y cuyos recuerdos han cumplido 20 años ya. Al parecer los años que terminan en 7 son de los que no pasan desapercibidos en mi vida.
El caso es que este año empezó muy mal. Justo después de Reyes, Ron se puso muy malito. Quizás en parte por la venida de la peque, tuvo un brote de toxoplasmosis que casi le cuesta la vida. Nunca agradeceré lo suficiente al equipo de Gattos, lo que hizo para salvarle. Y con mucho esfuerzo, al final se puso bien. Nunca olvidaré esas noches. La que él estuvo ingresado y yo no pude dejar de llorar. Las que pasé en el sofá sin dormir nada, bajándole la fiebre con pañitos húmedos, dándole de comer con una jeringuilla, dándole antibóticos, acunándole en brazos. Fue horrible. Sin embargo, Ron es fuerte y volvió a comer solo, volvió a moverse, volvió a jugar. Volvió a pedir comida a las seis de la mañana haciendo que madrugara feliz. Volvió a ser el mismo de antes.
Después las cosas empezaron a torcerse en otros sentidos. Mi relación con el Ross se fue deteriorando por las mentiras, la dejadez, el tedio. Me sentí perdida, absurda, sola. Me sentí traicionada, humillada, abandonada. Me sentí triste, rota y... triste, sobre todo triste. Quise poner todo de mi parte, quise luchar, quise intentarlo mil veces. Pero en una relación no puede remar uno solo porque la barca da vueltas sobre sí misma y pareces gilipollas. Así que en junio me harté y salté de la barca. A la mierda. Mejor nadar solo que remar solo en una barca donde hay dos personas.
Y entonces encontré trabajo. A la vez. Él recogió sus cosas el día que yo empezaba a trabajar. Y me dio igual. Intuía que venían tiempos mejores.
Y no me equivoqué. El verano, aunque trabajando, fue bastante bueno. Hice unas amigas fantásticas en el trabajo. Pasé muchos viernes tomando cañas con ellas a la salida y riendo a carcajadas. Me visitaron las cabras (mis amigas blogger), fuimos a la sierra, nos bañamos en el río. Me renovaron el contrato, me felicitaron por mi trabajo. Volví a sentirme útil, válida, buena profesional. Y entonces me llamaron de otro trabajo. Uno de esos que sueñas, pero no crees que puedas conseguir. Uno con responsabilidad, posibilidades de crecer, incentivos, objetivos, cesta de Navidad. Confiaron en mí, me dieron todo lo que pedí, invirtieron en mi proyecto a ciegas. Y entonces sí, sí me creció el ego, la confianza, la seguridad que había tenido siempre en que era una buena profesional y que los años en el paro habían mellado.
Y ahora termina el año. Y me da pena. Porque todo está bien, todo está tan bien que tengo miedo. Cada día tengo miedo de despertarme y que haya sido un sueño. Que no sea verdad, que no tenga un trabajo tan bueno, que no tenga a mis niños sanos, que no tenga a mi familia ahí, que no tenga a mis amigos, a mis cabras, a mi Niño Chico. Que no tenga todo en su lugar como ahora. Por eso trato de aprovechar el momento, de disfrutar cada pequeña cosa. Me van a salir arrugas de sonreír, voy a desgastar a mis gatos de abrazarles.
Y sólo puedo desear que el 2018 se quede quietecito y deje todo como está. Que nos traiga salud para seguir disfrutando, trabajando, haciendo cosas que me gustan. Es todo lo que pido. El Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy.

Y a vosotros os deseo lo mejor de lo mejor. Que el 2018 sea un buen año para todos, que tengamos salud, trabajo, seres queridos que nos alegren los días y un poco de dinero para vivir sin apreturas. Muy, pero que muy feliz Año Nuevo a todos.

3 comentarios:

  1. con lo de ron estuvimos un poco en vilo, fue una gran alegría cuando nos contaste que todo había pasado.
    esa sensación de remar uno solo la conozco...
    a veces tocamos fondo y volvemos a subir... espero que en 2018 las cosas sigan igual de bien o mejor.
    besitos!!

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  2. Afortunadamente con perspectiva todo se ve de otra manera y valoras las cosas más si cabe. Yo también te deseo que te quedes como estás (a mí los años impares me dan suerte). Haré repaso de mi año un día de estos.

    Besitos

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  3. Feliz año nuevo guapa!! Sin duda has tenido un gran año, te deseo que este sea aún mejor si cabe. Besos

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